Descripción
La escultura “Infini” nos habla de los giros y repliegues de la vida, de cómo cada etapa, por más sinuosa y compleja que sea, siempre encuentra su camino de vuelta al origen, un punto de partida que nunca se pierde, sino que se renueva en cada vuelta. Es un reflejo de la naturaleza cíclica de la existencia, donde todo comienza con el lazo más puro y esencial: el amor. Con sus superficies contrastantes, una lisa y brillante, la otra rugosa y marcada por las huellas del tiempo, “Infini” simboliza las dualidades de la vida. En nuestro recorrido, experimentamos tanto la suavidad de los momentos plenos, como las asperezas que nos desafían, moldeándonos y dejándonos cicatrices. Aun así, en cada giro, la vida vuelve sobre sí misma, entrelazándose, avanzando, retrocediendo, pero siempre regresando a su esencia. Este ciclo perpetuo nos recuerda que, sin importar cuán lejos vayamos, los lazos fundamentales que nos sostienen –el amor, la familia, las conexiones más profundas– son los que nos guían de vuelta al inicio. Como la naturaleza misma, lo que una vez brotó de una semilla termina por regenerarse en una nueva vida, en una nueva generación, donde el ciclo comienza de nuevo. “Infini” es una metáfora visual del tiempo y el crecimiento, del ir y venir, del experimentar y aprender, para finalmente regresar al punto de origen, enriquecidos por el viaje. Es un recordatorio de que, aunque la vida nos lleve por caminos imprevisibles, el amor y la conexión son los pilares que sostienen el ciclo, renovándose, recomenzando, siempre vibrantes en su repetición infinita. Este equilibrio entre lo suave y lo áspero, lo brillante y lo imperfecto, refleja la belleza de la vida en su totalidad, con todas sus vueltas inesperadas y su inevitable retorno a lo más esencial. “Infini” invita a contemplar nuestro propio viaje y a reconocer que, al final de cada giro, lo que permanece constante es la fuerza del amor que, como un eco, nos llama de vuelta, una y otra vez.
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